Viajando a los 35 años de edad

Antigua, Guatemala / Marzo 2025

 

“Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer”

Así lo escribió Rubén Darío en su poema con el mismo nombre de las primeras 3 palabras. Y bueno, ya dejado el drama por mi parte, ya que tengo 35 años y no 100, la realidad es que mi forma de viajar va cambiando con la edad.

Fue a los 20 años que comencé a cogerle amor a los viajes, y obviamente, a esa edad tenía todas las energías del mundo para hacer cosas que yo ahora no haría. Digo, y la realidad es que también hacía cosas por falta de información y de no saber que hay otras opciones.

Recuerdo a mis 23 años viajar a Argentina y caminé prácticamente Buenos Aires para verlo todo mientras usaba un mapa. Sí, un mapa, no GPS. A los 26 madrugué a las 4:00 a.m. para ver el amanecer en los templos de Angkor Wat, que BTW, no es necesario, porque se ve muy bonito también a las 9:00 a.m.). A los 29 me fui a Australia y tomé 3 vuelos con un total de casi 36 horas entre vuelos y paradas, sin descansar en un hotel.

En esos tiempo, no era que no me cansara, pero ¡wow! me cansaba, pero aún así tenía energías para seguir dando bandazos aunque durmiera pocas horas. (Bueno, en Australia me quedaba dormida en cada esquina, pero ya eso era el mega jet lag que tenía y nunca se me fue mientras estaba allí).

He tenido 2 experiencias recientes que me hicieron darme cuenta que tengo que bajarle 5 porque este cuerpito tropical no aguanta como antes. En el 2024 me tiré el verdadero maratón: visitar Italia. Amiga que me lees, si tu eres una persona que te encanta conocer sobre historia, sorprenderte con lo antiguo que son muchos lugares y el buen estado en que se encuentran, sabes que vas a caminar y caminar y caminar desde la mañana bien temprano hasta por la noche. Esto fue lo que hice y fue un error abismal. Ya después del 3er día caminando casi 20,000 pasos por día, los piecitos empiezan a pedir cacao. Es una sensación extraña porque tu mente te dice, “levántate que tenemos que ver 853020394 lugares en un mismo día”, pero tu cuerpo te dice “Chica, dame un break, vamos a quedarnos un ratito más en la cama”. Es que hay tantas cosas por ver en Italia que un solo viaje no da. Yo descansé cuando llegué a Puerto Rico, porque yo estaba en negación y no quería perderme nada de los lugares que quería visitar.

El otro viaje fue este año a Guatemala. Un viaje un poco más relajado que Italia y pensé que no me iba a cansar y especialmente porque mi viaje era de 8 días ¿Qué cansancio voy yo a tener? ¡Error! Me di cuenta, que necesito un día de descanso durante el viaje. Y no es que necesito todo un día, pero quiero tener más viajes balanceados. Antes yo me enfocaba en visitar todos los lugares posibles y ahora he hecho las paces con que hay cosas que me voy a perder en los viajes. Tenía una obsesión de verlo todo al punto de agotarme demasiado.

Así que decidí que en mis próximos viajes, necesito un balance y estas son mis nuevos requisitos:

  • Cada 2 días tengo que tener un día más suave. Puede que ese día empiece a turistear en la tarde para así descansar en la mañana, o turistear en la mañana para descansar en la tarde.

  • Si decido descansar en la tarde, ese día lo puedo aprovechar para comprar un cirquito de spa o tener el servicio de masajes.

  • En la medida que sea posible, quiero (y necesito) tener un hotel con piscina o jacuzzi para al menos 1 noche. Imagínate, estar todo el día caminando en el bosque del Parque Nacional del Tikal en Guatemala, sudando a to’ jender por el calor y la humedad descomunal, y saber que cuando llegues te espera una piscina fresca donde vas a poder relajarte. Amigaaa, yo pasé por eso y no tenía una piscina en donde meterme. Añoraba demasiado estar una piscina en ese momento.

  • Si quiero janguear en la noche, no puedo estar todo el día caminando. Ese día tiene que tener menos actividades, para yo tener las energías suficiente para darle hasta abajo.

Estas son mis nuevas reglas. Amiga, coge consejo que no te voy a durar toda la vida. Ya te contaré en otro blog cómo me va.

¡Gracias por leerme!

-Amy